¿Cómo pueden las organizaciones gubernamentales cambiar la actitud del público hacia los datos?

  • CAPACITACIÓN

El uso sofisticado de los datos es fundamental para la prestación continuada de servicios modernos de gobierno y sanidad. Sin embargo, las administraciones públicas deben antes convencer a un escéptico ciudadano sobre sus ventajas.

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A lo largo de la pandemia, los datos han sido un componente clave en la prestación de servicios esenciales y en la atención continua a la población española. Y por esta razón, hemos visto cómo los gobiernos y las organizaciones sanitarias han acelerado su uso más que nunca para estar a la altura de las necesidades del pueblo.

Cuando se utilizan correctamente, los datos pueden mejorar el diseño, la eficiencia y los resultados de los servicios. A continuación, se explica cómo las administraciones públicas pueden poner en marcha los datos y convencer a los ciudadanos de sus ventajas.

Proporcionar una visión coherente de los datos

A medida que nos adentramos en la siguiente fase de la pandemia, asistimos a un aumento sustancial de las iniciativas digitales destinadas a mejorar el modo en que se comparten los datos. En el sector sanitario español, hay indicios de que, en un futuro muy próximo, los ciudadanos desempeñarán un papel más proactivo en el seguimiento de su propia asistencia sanitaria, con datos que fluirán sin problemas entre las organizaciones del sector privado y público.

Todo ello provocará un cambio radical, pues el usuario tendrá un papel más activo en el seguimiento de su propia salud, al tiempo que proporcionará a sus médicos de cabecera una información crucial para orientar la mejor toma de decisiones. El resultado será un completo cuadro de mandos de la salud, que abarcará desde la presión arterial hasta los niveles de azúcar, las pruebas oculares o el uso de vacunas.

Para que el dispositivo tenga verdadero éxito, los datos deben ser realmente útiles, y estar disponibles y sujetos a los permisos adecuados. Si el gobierno puede asegurar y agilizar el acceso a estos datos, y agregarlos en los lugares adecuados, los beneficios potenciales para esos ciudadanos -y el propio gobierno- serán enormes.

Generar confianza con los ciudadanos

Sin embargo, los ciudadanos sienten que los organismos gubernamentales no están manejando sus datos con cuidado. Aunque suelen estar acostumbrados a ceder su información a empresas privadas a cambio de bienes y servicios, el temor a la vigilancia, a las filtraciones de información personal y a la falta de un quid pro quo claro hace que estén menos dispuestos a compartir sus datos con la Administración.

En consecuencia, los organismos públicos deben esforzarse por generar confianza y explicar claramente cómo y por qué el intercambio de datos personales les ofrecerá mejores experiencias. La clave para ganar esta confianza es demostrar exactamente lo que la organización en cuestión puede proporcionar al usar la información. 

Dedicar tiempo a explicar las nuevas tecnologías

Por último, está muy extendida la idea de que las nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial (IA) y el aprendizaje automático (AM), van a sustituir muchos puestos de trabajo del sector público. Probablemente sea una de las razones por las que muchos se muestran reacios a apoyar las nuevas iniciativas de intercambio de datos.

Sin embargo, lo cierto es que, más que sustituir funciones, lo que harán será ofrecer la oportunidad de redefinir esos empleos, desarrollar nuevas habilidades y mejorar la forma de trabajar. Y esto es lo que el sector público español puede respaldar: capacitar a la próxima generación de trabajadores para mejorar la productividad.

En última instancia, la mejor manera de que los gobiernos superen esta percepción negativa y muestren el valor real de las nuevas tecnologías es tomarse el tiempo necesario para explicar los beneficios que estas tendencias pueden aportar a las carreras profesionales y, a continuación, invertir en la capacitación de las personas, para que estén preparadas para adaptarse mejor al cambio.

El uso de los datos es vital para la mejora diaria de las organizaciones gubernamentales. Impulsar el cambio puede ser lento, pero si se dedica tiempo a educar a los ciudadanos sobre sus beneficios e importancia, será mucho más fácil poner en marcha nuevas iniciativas.