¿Cuál es el estado y la importancia de los datos abiertos en la Europa actual?

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Open Data Policy Lab, una iniciativa creada por la Universidad de Nueva York junto con Microsoft, realizó un encuentro internacional virtual para conocer mejor el trato político que se le da a nuestros datos en un mundo globalizado. Las aportaciones europeas en el evento acabaron por rimar, de forma fructífera e inesperada, con la reciente aprobación de la Ley de Gobernanza de Datos por parte del Consejo Europeo.

Stefaan G. Verhulst, cofundador y director de investigación y desarrollo del Laboratorio de Gobernanza de la Universidad de Nueva York, dio la bienvenida al Open Data Policy Lab, una iniciativa de tan solo dos años creada al alimón con Microsoft para explicar los procesos que llevan a reusar y liberar datos en el sector público, confesando que “el progreso en el área de los datos abiertos es enorme”. “Por fin se está abriendo el acceso a los datos del sector privado, lo que ayudará a la sociedad mundial a solucionar problemas como los derivados de la pandemia o el cambio climático. Los datos abiertos permiten conocer las prioridades de la sociedad que conformamos. No sólo es incrementar el acceso a los datos, sino el impacto del mismo”, dijo.
 
El moderador señaló, en este sentido, cuatro componentes clave para hacer avanzar el movimiento del Open Data hacia un futuro de mayor colaboración:
 
1. “Tenemos que movernos, desde los datos y los datos abiertos, a un progreso público, lo que significa que el enfoque debe estar en lo comunal, tanto en el componente teórico como práctico”.
 
2. “Hay que enfocarse en las colaboraciones. Espacialmente en esas áreas donde el dato es menos accesible por razones de sensibilidad”.
 
3. “Es vital la responsabilidad del dato. No sólo relacionado con la protección, sino también con la responsabilidad de compartir la información cuando se trata del bien común”.
 
4. “Hay que abrirse a ‘la tercera vía del Open Data’, que implica entender el trato del dato desde un nivel supernacional que dialogue tanto con un nivel subnacional como con otro supranacional. Esto es, conectar los niveles más humildes de la Administración con organizaciones como la Unión Europea para evitar que se creen silos entre niveles, de modo que no haya información fragmentada”.
 
Cuatro aspectos fundamentales que, sin embargo, esconden “un elefante en la habitación”, o sea, ese problema tan gigantesco como obviado que, según Verhulst, está en la política. “Es la política la que debe dirigir todos los movimientos hacia el espacio correcto. En este sentido, hay que preguntarse por los ingredientes para incentivar los datos abiertos. Cómo podemos, a través de nuestras políticas, mejorar la situación del Open Data para que todos logremos aprovecharnos de su potencial”, cuestionó.
 
Unas preguntas que se lanzó a contestar Catherine Stihler, CEO de Creative Commons, en su primera intervención: “Open Data es central en las democracias. Especialmente cuando nos preguntamos sobre el uso de esa información. En este sentido, es fascinante, y también problemático a veces, ver cómo la percepción de los responsables políticos puede llegar a ser conducida por ciertas asociaciones minoritarias que quieren ser oídas; que quieren ser mejores e influyentes. Estos pequeños grupos entienden que los datos abiertos les pueden ayudar a generar impacto social. Es por eso que, a mi modo de ver, Open Data supone una gran oportunidad para crear oportunidades para todos en sociedad. Porque, a través de los datos abiertos, se pueden construir relaciones llenas de confianza”.
 

 
Sin embargo, para la representante de Creative Commons, “aún queda mucho por hacer”. “Hay mucha gente trabajando en la sombra en diferentes niveles políticos, como la política local. Estos tienen que luchar demasiado para hacer entender a ciertas autoridades por qué la apertura de los datos es tan importante, aunque sea a un nivel subnacional. Existimos en un mundo político en el que debería ser fácil evangelizar, pero luego no es tan sencillo, porque la desinformación está a la orden del día. Open Data es muy útil para contrarrestar esa desinformación; para evidenciar todas esas cosas que son tan importantes en comunidad”, aclaró.
 
Al hilo de esta reflexión, Jiri Pilar, abogado de la Comisión Europea, decidió atajar la cuestión viajando a la naturaleza misma de la política de datos. “'Qué hay en este tipo de políticas' es la pregunta que tenemos que hacernos. Porque queremos hacer posibles investigaciones para abrir los datos que están aún sin divulgar, pero para eso necesitamos saber quiénes son los intermediarios de datos; o sea, quien trabaja y explota nuestra información”, dijo.
 
“Precisamos, asimismo, de herramientas para hacer más fácil el diálogo entre las compañías privadas y el sector público, de modo que la información pueda redundar en el bien común. Por eso, las iniciativas deben ser honestas y legales, para que los datos fluyan desde otros países, y eso sólo se puede conseguir si tenemos un punto de vista concreto para una cuestión abstracta”, matizó.
 

"Precisamos de herramientas para hacer más fácil el diálogo entre las compañías privadas y el sector público, de modo que podamos lograr un bien común".

¿Y qué papel juega en todo esto la reciente Ley de Datos europea? ¿No será, acaso, la herramienta perfecta para dar cuerpo a esa abstracción? “Bueno, es mucha la gente que la espera con los brazos abiertos por esa razón”, comentó entre risas Catherine Stihler. “Y es que es un texto muy interesante, ya que no es posible hacer copyright de los datos normalmente. Los profesionales de la información en muchas empresas se preguntan si su abrazo a un dispositivo Open Source les será conveniente. ¿Marcará la diferencia esperada?, se preguntan. Esa mirada distante es la que debe ser abordada por los grupos políticos en lugares como el Parlamento. Es ahí donde debe darse una evangelización que convenza a todos de la utilidad social de los datos abiertos”, expuso.
 
Una cuestión global
En este punto de la conversación, Stihler quiso subrayar que la búsqueda y compartición del dato no es un asunto únicamente europeo, sino mundial, “como se ha hecho patente en cuestiones como la crisis climática o la diversidad”, y abrió con coherencia el evento a la participación especial de Charlie Martial Ngounou, presidente ejecutivo de la organización no gubernamental AfroLeadership, que busca la unificación de los países africanos desde el trato justo de los datos abiertos.
 
“En África buscamos una homogenización a través del Open Data. Tenemos menos capacidad que en Europa, pero creo que estamos creciendo. La colaboración es fundamental, pero nuestro principal problema es que nuestros países están demasiado fragmentados. En la unión es donde están los grandes beneficios. En Estados Unidos, China o Europa, la sensación que nos da es que la política de datos es un ejercicio diario, pero no ves esto en África tan a menudo”, confesó el ponente.
 
 
“El problema es fronterizo”, continuó. “Costa de Marfil o Kenia lideran todo el asunto de los datos abiertos, pero son grandes excepciones. Cuando lo ves desde la perspectiva de la política de datos, es descorazonador que haya unos treinta y cinco países con unas políticas de frontera tan exageradas que es imposible el intercambio de información, cuanto menos compartir nada con otros continentes”, zanjó.
 
Las reflexiones de Charlie Martial Ngounou le llevaron al moderador, Stefaan G. Verhulst, a recuperar las preocupaciones globales de Catherine Stihler y preguntar a Jiri Pilar por los responsables de la política mundial y las colaboraciones que la Unión Europea tiene con África en términos de Open Data. 
 
El abogado de la Comisión aseguró que, desde el ente europeo, se contribuye con “pequeñas colaboraciones, así como con la puesta en común de ideas”, pero que estas cuestiones están más centradas en países como Brasil que en los africanos. “Es una pena”, reconoció en este sentido antes de ceder el turno a Catherine Stihler, quien aseguró que introducir a África en la agenda de la Ley de Datos europea “es una gran oportunidad para ensamblar diversas voces”. 
 
 
“Nosotros queremos compartir conocimiento, y es lo que hacemos. Está claro que nuestra estrategia es la de ayudar, pero no podemos controlarlo todo. Obviamente hay diferencias entre espacios que son difíciles de sortear. También existe la idea de que puede ser peligroso; que la compartición de información puede exponerte. ¿Cómo podemos hacerlo para ayudar a la gente y asegurar que esos datos están protegidos y se comparten por el bien común?”, se preguntó la CEO de Creative Commons.
 
Garantizar la seguridad
Charlie Ngounou contestó: “El problema es la intención que se tiene con esos datos. En África tenemos que ir más rápido, porque la tecnología se mueve deprisa y depende de los datos, pero no tenemos vuestras políticas continentales blancas. Aquí no hay ni quince países que se pongan de acuerdo para implementar unas reglas comunes, lo cual es fundamental para introducir una tecnología justa y segura”.
 

"Los usuarios se preguntan por la relación entre la economía del dato, su uso y su protección, y la respuesta por fin ha llegado".

La seguridad, pues, como un asunto tan complejo como fundamental para lograr una eficaz compartición de los datos. “Es quizás el tema más importante”, reconoció Jiri Pilar antes de expresar su opinión al respecto. “La gente está lógicamente preocupada. Los usuarios se preguntan por esa relación entre la economía del dato, su uso y su protección, y la respuesta por fin ha llegado. Hay grandes convenciones que explican todo sobre estos flujos, así como sobre los estándares de protección de nuestra información, y, sin embargo, nunca va a estar de más repetir al ciudadano todo este dispositivo de seguridad”, aseveró. 
 
“Y es que, la balanza entre transferencia y protección de datos es diferente en cada país. En los del norte hay más conciencia, pero, en algunos del sur, el trato de la información es totalmente escandaloso. Tenemos que encontrar un punto común para todos, que encaje con justicia a todo el mundo, y para eso necesitamos flexibilidad. Desgraciadamente, no todos los grupos se mueven en la misma dirección. Un ejemplo de buen trato de la información lo encontramos en el Benelux, donde se beneficia la accesibilidad de forma clara, pero también la protección, de modo que no puede venir cualquiera e irse con los datos. Allí se fuerza una garantía que buscamos incorporar en todo el continente”, concluyó.