Soberanía digital: el gran desafío europeo de la década

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En el evento ‘Soberanía digital en Europa: Un nuevo marco para acelerar la innovación y la competitividad’, celebrado en la Embajada Francesa de España bajo el patrocinio de OVHCloud, se discutió, largo y tendido, sobre el que es, quizás, el asunto más trascendente en la actualidad del continente: su soberanía. Particularmente la digital, que tiene en creaciones como Gaia-X, GDPR o IPCEI algunos de sus mascarones de proa.

La terrible Guerra de Ucrania está poniendo en liza algo que muchos lamentaban hacía ya tiempo: la aceptación histórica por parte de Europa de un rol meramente secundario en el mapa geoestratégico mundial. El fatal contexto no ha hecho sino impulsar la palabra soberanía, que no ha dejado de ganar importancia hasta convertirse, acaso, en la más citada en cualquier reunión sobre el futuro del continente.
 
Soberanía energética, soberanía económica y soberanía industrial, sí, pero también otro tipo de soberanía con capacidad para aglutinar estas tres a la vez: la digital. Porque “la soberanía política es hoy, sobre todo, un desafío tecnológico”, como recordó el Embajador francés, Jean-Michel Casa, en la apertura del evento ‘Soberanía digital en Europa: Un nuevo marco para acelerar la innovación y la competitividad’, celebrado en la Embajada Francesa de España bajo el patrocinio de OVHCloud. 
 
 
“Europa debe poder controlar el uso de sus propios datos. Esto es algo que adquiere cada vez más importancia con la evolución de nuestro espacio digital, lleno de prácticas monopolísticas de varios gigantes tecnológicos en nuestro territorio”, explicó Casa. “De hecho, la idea de la presidencia francesa del Consejo de la Unión Europea es hacer emerger un modelo de poder tecnológico europeo. Una vía que es esencialmente diferente a la estatal china y el laissez faire estadounidense o británico. El modelo que defendemos se acerca a nuestros valores fundamentales, con una gran protección de nuestros datos, unas normas de comercio justo y una integridad de los contenidos en línea”, argumentó.
 
Una postura, efectivamente, muy alejada de la laxitud habitual de la UE que requiere tres condiciones: 
 
1. El uso de la regulación europea guiada por los ciudadanos, los Estados y la Comisión Europea para supervisar los usos digitales en nuestro suelo - “Algo en lo que somos pioneros gracias a GDPR, que ya sirve de estándar mundial para las nuevas leyes de protección de datos personales”.
 
2. La Directiva de Mercados Digitales - “Regulará las grandes plataformas que controlan el acceso al mercado digital. Las obligará a seguir las normas de la competencia, abriendo a los consumidores una mayor gama de servicios”.
 
3. La Ley de Servicios Digitales - “Frenará la difusión de contenidos ilegales y productos peligrosos en línea para proteger a los menores. Se añadirán dos salvaguardias contra la publicidad dirigida y la desinformación”.
 
Unos avances que prometen devolver a Europa el control de la gestión de su espacio digital y la responsabilidad a sus actores, como explicó el Embajador: “Frente a la competencia digital estadounidense y china, la UE debe apoyar la innovación europea, en particular en sectores tecnológicos clave. Esto supone grandes esfuerzos económicos, a la altura de los realizadas por nuestros competidores, como los IPCEI (Proyectos importantes de interés común europeo), que fueron lanzados con este objetivo”.
 
Entre todos estos proyectos de interés común, Jean-Michel Casa destacó IPCEI Cloud, que quizás esté completamente operativo este mismo año para ayudar en el desarrollo de soluciones europeas en la nube a los ciudadanos y a las empresas, asegurando la creación de empleo y el valor añadido en la UE. 
 
Esta imponente introducción, toda una declaración de intenciones, dio paso a una mesa redonda participada por Alberto Gago, Asesor de la Secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial del Gobierno de España; Michel Paulin, CEO de OVHcloud; Daniel Sáez, Director de Inteligencia Estratégica y Competitiva del Instituto Tecnológico de Informática (ITI) y miembro del Consejo de Dirección de Gaia-X; Pilar Torres, Directora General de Atos Iberia; y Mathieu Weill, Jefe del Servicio de Economía Digital del Ministerio de Economía francés. 
 
La tertulia se inició con tres preguntas esenciales: ¿qué significa la soberanía, cuáles son sus principales retos y en qué punto estamos a nivel europeo para llegar al objetivo marcado. Las tres fueron para Alberto Gago, quien, elegido para abrir el turno de respuestas, replicó de este modo: “La Unión Europea se ha dado cuenta, poco a poco, de que la energía o la economía impactan también en la geopolítica. Por eso se ha intentado, a través de Europa, fijar unas reglas de actuación dentro de lo que es el mundo online de forma similar a como lo hacemos en el offline. El objetivo no es sólo mantener la soberanía de los Estados como tales, sino proteger igualmente a nuestros ciudadanos, de modo que tengan los mismos derechos en los dos mundos”.
 
 
Para ello necesitamos propuestas legislativas como Digital Services Act, "creada para enseñarnos a retirar contenido online de las plataformas cuando toca y a establecer ciertas obligaciones sobre la transparencia de los parámetros de los algoritmos que moderan contenido", o Digital Market Act, "que asegura que las reglas de competencia se respeten en los mercados digitales. Sobre todo por las grandes empresas, que a veces tienen incluso más poder que los propios Estados”.
 
España también aboga por esta actitud legisladora, aunque centrada, más particularmente, en la Inteligencia Artificial y los datos. La primera, "porque permite fomentar la innovación mientras se protegen los derechos fundamentales de los ciudadanos sometidos a decisiones hechas por algoritmos; la segunda, "porque nos empuja a ser soberanos en el manejo de nuestros datos, como individuos y a nivel empresarial”.
 
Una línea de pensamiento muy similar a la francesa, si nos atenemos a las palabras de Mathieu Weill: “Nuestra previsión es también crear un nuevo modelo europeo soberano, al servicio del ciudadano, donde lo digital tiene un papel dominante. Una soberanía al servicio de la promoción de nuestros valores. Francia, en particular, ha puesto los dos pilares que ya fueron comentados por el Embajador: el de la regulación, a través de unas reglas que fijen nuestro modelo de sociedad a nivel digital, y el de la innovación, pues sólo teniendo actores competitivos en Europa, las reglas podrán ser seguidas por hechos concretos”.
 
Weill aboga por “reducir nuestras dependencias tecnológicas”, y eso pasa por “invertir más para tener una presencia más notable en el sector”. El jefe galo del Servicio de Economía Digital, destacó en este sentido tanto la citada IPCEI como Gaia-X, “fundamental cuando hablamos de estandarización e innovación en Europa”.

"Cloud es una cuestión tecnológica, sí, pero también de gobernanza. La nube es fundamental para seguiir creciendo, y las decisiones al respecto hay que tomarlas ya"

 
La innovación, una vez más, como la clave para conquistar una soberanía que pasa igualmente por cambiar la mentalidad, tanto del empresario como del usuario. "Porque cloud es una cuestión tecnológica, sí, pero también una cuestión de gobernanza. La nube es fundamental para seguir creciendo, y las decisiones al respecto hay que tomarlas ya. Si no se toman, Europa podría perder hasta la mitad del impacto económico y social en este mercado”, recalcó el ponente francés. 
 
¿Estamos, entonces, a tiempo de reaccionar? ¿Qué pasos adicionales hay que dar a los que ya se han dado para lograr el ambicioso objetivo de la soberanía? “Lo primero es entender qué significa esa palabra. La soberanía es la capacidad de elegir, entendiendo, de forma transparente, en qué contexto se está eligiendo. No se trata de excluir a nadie, sino de montar un marco en el que todos los actores puedan entender por qué pueden elegir, algo imposible cuando hay actores omnipotentes o estamos sometidos a algoritmos que no no sabes quién maneja”.
 
Esta contundente respuesta es de Michel Paulin, el CEO de OVHcloud, quien ve dos tipos de soberanía: “La primera, la de los datos; y la segunda, la tecnológica. No es que quiera hacer una diferencia entre ambas, están ligadas, pero para entender lo que queremos hacer, como actores económicos y de innovación, es precisa la división. Porque la soberanía de los datos es un reto geopolítico por encima del económico. No podemos tener compromisos u obligaciones. Por eso nos hemos dotado de legislaciones que son el honor de Europa a nivel mundial. Ahora, estas reglas hay que cumplirlas y penalizar sin miedo a los que las incumplen”.
 
“Respecto a la soberanía tecnológica", siguió Paulin, "creo que Europa debe tener el control de todo hardware, software o tendencia que necesite. Nos impacta cuando tenemos dependencia de otros países en estos campos. Hemos de tener una visión largoplacista en la Unión Europea, y entender que cada uno en su casita no va a lograr nada. Debemos estar juntos para buscar un equilibrio, porque los ecosistemas norteamericanos o chinos son potentísimos. ¿Es aceptable que hoy tres actores tengan el 80% de los datos del cloud en Europa? No. No lo es. Por eso tiene que haber alternativas”. 
 
Alternativas que ya se cocinan, tanto en el ámbito de las administraciones como en el de las empresas. Atos Iberia es un buen ejemplo de éstas últimas. Su Directora General, Pilar Torres, cree que “estamos ante un dilema donde todos tenemos que ser parte de la solución. Cada organización, gobierno y ciudadano ha de ser el dueño real de sus datos. Y esos datos se deben poder usar de una forma segura, reversible, competitiva y confiable para convertirse en activos que nos ayuden a progresar como sociedad”.
 
Como una sociedad europea única, unida desde unas nuevas normas que, sin embargo, ¿no podrían suponer un impedimento al crecimiento empresarial? Daniel Sáez, el Director de Inteligencia Estratégica y Competitiva del Instituto Tecnológico de Informática (ITI) y miembro del Consejo de Dirección de Gaia-X, cree que no, pero no esconde que el proyecto continental "igualmente ofrece incógnitas en su proceso de definición”. 
 
Unas dudas que se quieren limar desde una serie estándares tecnológicos que acompañarán a las regulaciones, de modo que establezcan los principios en los que se basará el mercado europeo de datos. “Entonces sí se podrán desarrollar las bases sólidas sobre las que podrá crecer un mercado que dará servicios a empresas de cualquier tamaño, y entenderemos las regulaciones, que si bien son costosas, también van a favorecer a la larga el negocio”, aclaró.
 
 
El proceso, progresivo, se irá implantando poco a poco hasta hacer que “cualquier operador que quiera trabajar con los datos europeos lo acepte”. Algo que hará a través de tres fases:
 
1. La imposición de los estándares.
2. El desarrollo de un ecosistema tecnológico que permita crear empresas competitivas, tanto en coste como en servicios prestados.
3. La incentivación dentro de las compañías del uso de servicios que cumplan las regulaciones europeas.
 
Tres puntos con los que Europa prevé hacerse definitivamente con el control de su propio mercado, como lo hacen ya China o Estados Unidos. Sin embargo, no se debe obviar la naturaleza fragmentaria del viejo continente, que exige la armonización entre los diversos enfoques nacionales de tan variada comunidad. ¿Cómo lograr esa homogeneización? Según Mathieu Weill, "de forma relativamente sencilla en el mundo digital, donde las reglamentaciones son estrictamente europeas. Cloud es un buenísimo ejemplo de esto".
 
Sin embargo, la cohesión no será tan simple en el mundo offline, pues el mercado europeo sí está fragmentado, como reconoció el ponente francés: “Es nuestro gran problema estructural, es cierto, nuestro obstáculo para crecer, porque fuerza a nuestras empresas, cuando se lanzan a un nuevo servicio, a tratar Estado por Estado su despliegue comercial, lo que las empuja a menudo a privilegiar el salto a Estados Unidos”.
 
Reglas online y mercado offline deben, por tanto, armonizarse si queremos alcanzar la dichosa soberanía. Un trabajo arduo que es, quizás, el mayor desafío del continente, aunque no el único, como recordó Michel Paulin: “Otro asunto importantísimo es la evangelización de las personas. Las empresas, los actores públicos y las colectividades locales no son del todo conscientes de la importancia de estos retos. Es normal, porque técnicamente es complicado. Además, ciertos actores hacen lo posible para que todo sea aún más difícil, así que aún hay un enorme camino pedagógico por recorrer, y ésta es una responsabilidad nuestra”. 
 

"Los actores debemos participar en un ecosistema que establezca las reglas del juego para garantizar un mercado justo, equitativo e innovador"

Para el CEO de OVHcloud es muy importante que la gente entienda que hoy, en Europa, “los actores más grandes tienen una posición que es un monopolio”, y que los europeos, como actores, "debemos participar en un ecosistema que establezca las reglas del juego para garantizar un mercado justo, equitativo e innovador”. 
 
“Los monopolios son contrarios a la innovación y, a menudo, no respetan a los clientes. Debemos poder crear un ecosistema que cristalice en una oferta, en una capacidad de proponer alternativas viables que creen trabajo. Hay 500.000 puestos de trabajo en juego en Europa. ¿Dónde están y qué valor añadido tienen? ¿Seremos subcontratistas de actores de los que sólo aportaremos un pequeño valor añadido o gestaremos un ecosistema que nos permita quedarnos con este valor añadido, con estos puestos de trabajo, creando una soberanía en un universo abierto, no proteccionista pero equilibrado, donde la relación de las fuerzas permita que Europa siga desarrollándose?”, se cuestionó el ponente.
 
Una problemática pregunta que, acaso, tenga una muy buena respuesta en la aportación española a Gaia-X, ese proyecto ilusionante que, como explicó Daniel Sáez, “no es ningún hyperscaler para expulsar a los norteamericanos o chinos de nuestro mercado, de hecho, no a va disponer en propiedad de ninguna infraestructura, pero sí servirá para definir una serie de estándares que habrá que cumplir, seas europeo o no”. 
 
 
También velará por el cumplimiento de los comentados principios de portabilidad, interoperabilidad y soberanía, definidos por Sáez como “los tres pilares del proyecto”, así como por el respeto a los llamados federation services, “sobre los que se debe construir cualquier infraestructura soberana de datos y alrededor de la que crecerán los espacios de datos posteriores”. 
 
Para ello, Gaia-X generará labels o etiquetas que homologuen o certifiquen los servicios europeos a tres niveles:
 
1. Asegurará todos los principios de transparencia, seguridad y portabilidad.
2. Exigirá al proveedor del servicio que ofrezca al usuario que ese servicio esté alojado en Europa.
3. Máxima soberanía. El servicio ya no puede depender de leyes no europeas. Por tanto, el servicio debe ser dado en Europa y las oficinas centrales de las empresas tienen que estar aquí.
 
En este punto de la charla, la Directora General de Atos Iberia, Pilar Torres, vio oportuno volver sobre la definición de Gaia-X: “Es una infraestructura de datos federada e interoperable como base de la economía de datos europea. Y aquí cada palabra es relevante. Por ejemplo, interoperabilidad. Todos estamos de acuerdo en que los datos son riqueza, pero sólo si no están aislados. Sin una gobernanza de los mismos, el uso de la información tiene retos excesivos. El marco que Gaia-X proporciona realmente es una palanca clave para obtener esa soberanía que hará de los usuarios y las empresas los verdaderos dueños de sus datos”.
 
Una línea muy similar a la de Alberto Gago, quien cerró la mesa redonda que él mismo abrió. El representante del Gobierno lo hizo defendiendo las citadas etiquetas (o labels) de Gaia-X como “una gran ayuda para poder aterrizar los principios legales”. “Es necesario tener un sistema que te diga cómo implementar la transparencia y la soberanía que quieres para tu empresa. Que te proponga sus estándares para, conjuntamente, crear un ecosistema y aterrizarlo. Y no sólo estamos hablando de normas, también de financiación. Porque, efectivamente, Europa tiene por fin su propio sistema de financiación de esos espacios de datos”.